Experiencias que llenan

El miércoles pasado fue un día diferente; vinieron a vernos unos voluntarios más jóvenes de lo normal: a las 11 llegaba al refugio el grupo de niños del Casal d´Estiu del 7 Ciències de Vilassar de Dalt.

En la puerta ya les esperaba la Cendra, la mastina de la prote, para darles la bienvenida. Muchos de ellos ya venían con la ilusión de acariciarla porque ya la conocían de anteriores visitas.

Nos gustó mucho ver la expresión de los ojos de todos esos niños… eran una mezcla de curiosidad y ganas de descubrir, de ilusión por ayudar y colaborar. Todo era inquietud positiva y pura.

En una reunión previa habíamos decidido que hacer sentar a niños de entre 5 y 8 años y darles una charla sobre abandono y tenencia responsable solo les provocaría sueño y aburrimiento; que seguramente ellos lo que querían de entrada era ver y tocar, y que lo mejor era que nosotros aprovecháramos sus comentarios y sus preguntas (maravillosa curiosidad) para resolver sus dudas y darles la información que les queríamos transmitir.

Y así fue. Disfrutamos de la mañana jugando y trabajando. Niños, monitores y voluntarios de ADEA.
Los niños nos dijeron que venían dispuestos a trabajar y a colaborar y así lo hicieron.
Una de las tareas que les asignamos fue cepillar a los perros para retirarles el exceso de pelo. Esto los relajó y, mientras tanto, podían hablar entre ellos y recibir explicaciones.
Otra tarea fue ir a la zona de cachorros y enseñarles a jugar con personas. Los niños les daban y les tiraban cuerdas y pelotas y luego se las sacaban de la boca, para que cuando los cachorros crezcan ya estén acostumbrados. También los cogían en brazos para socializarlos, algo que no sabemos a quién le gustaba más, si a los niños o a los cachorros.
Y para acabar, juegos en el patio central con los perros grandes!

Fue una mañana para recordar. Todo eran sonrisas, caras de alegría, sorpresa y descubrimientos.

Vimos niños preguntando a los monitores o a los voluntarios por la vida del animal que tenían delante e interesándose por ellos.
Vimos como una niña que llegó teniendo miedo a los perros empezó a jugar con un cachorro, para luego cogerlo en brazos y darle amor, y finalizó su visita tocando perros grandes en el patio central.
Y vimos como un niño de 4 años conectaba tanto con un perro de los catalogados PPP, que no paraba de tirarle la pelota, y el perro se la traía. Y el niño lo abrazaba, y el perro se quedaba quieto, para sentir todo el amor que le daba el niño. Estuvieron tan y tan juntos toda la mañana que el pequeño se puso muy triste a la hora de irse por tener que dejar allí a su nuevo amigo.
Tan fuerte fue el vínculo que se estableció en tan poco tiempo que el padre, al ver los vídeos, ha decidido adoptar al amigo de su hijo. Una bonita historia, ¿no? ¡Es como de cuento!

Agradecemos al grupo de 7 Ciències la mañana que les regalasteis a los perros de ADEA.
Una mañana que llenó la protectora de risas de chiquillos, amor e inocencia. Algo de lo que el mundo necesita unas cuantas dosis.

¡HASTA PRONTO, AMIGOS!